Las intensas precipitaciones registradas esta semana en la Región de Coquimbo superaron las proyecciones iniciales y dejaron un aporte relevante en forma de lluvia y nieve, especialmente en sectores cordilleranos. Si bien no revierten el déficit acumulado, las autoridades coinciden en que el sistema frontal representa un alivio parcial frente a la prolongada sequía que afecta a la zona.
Según datos entregados por el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), la acumulación de nieve alcanzó hasta 1,5 metros en la provincia del Limarí y 30 centímetros en Elqui, lo que contribuirá a la recarga de embalses, acuíferos y sistemas de agua potable rural.
“El evento fue manejado de forma planificada y no se registraron daños mayores. Estas lluvias no superan el déficit, pero ayudan a evitar que la situación crítica se profundice”, señaló Eduardo Alcayaga, delegado presidencial (s) de la región.
Pese a algunos anegamientos menores y caminos interiores afectados, el sistema frontal dejó condiciones favorables para los meses venideros. De acuerdo con CEAZA, la región mantiene un déficit hídrico importante, especialmente en zonas interiores, lo que ha repercutido en la disponibilidad de agua para el riego y el consumo humano.
Reservas clave para la temporada primavera-verano
Las lluvias permitirán asegurar un mínimo de agua para riego básico durante la primavera y verano de 2026, lo que fue valorado por agricultores y autoridades locales. La acumulación de nieve también ofrece respaldo a los sistemas de abastecimiento rural, fundamentales para enfrentar los meses secos.
No obstante, los expertos advierten que la recuperación requiere una sucesión de eventos climáticos similares y una gestión cuidadosa de los recursos. Además, el monitoreo continúa activo en sectores con riesgo de activación de quebradas, mientras se restablece la conectividad vial en zonas rurales.
La Región de Coquimbo enfrenta una de las sequías más prolongadas de su historia reciente. Si bien el sistema frontal representa una mejora transitoria, persisten las condiciones estructurales de escasez, que exigen medidas sostenidas de adaptación y planificación hídrica.